30.8.07

Tiempo de volver

A Juan Floriani


Procurando instaurar nombres, obras, fragmentos de nuestra historia cultural y artística, fortaleciendo la memoria de los riocuartenses, Temas económicos dedica esta sección a Juan Armando Floriani (1924-2006)

“Es un auténtico cuentista. Conoce todos los secretos de su oficio. Maneja los hilos invisibles que mueven a los protagonistas de sus relatos con extrema habilidad.” Publicó el Diario ¨Los Principios¨ de Córdoba, y es que Juan A. Floriani vivía largo tiempo con los personajes de sus cuentos;

dormían, se levantan, se preparaban el desayuno y luego salían juntos hacia el nuevo día. Juan los vigilaba todo el tiempo, observaba desde la ropa que usaban hasta la forma de tomar la cucharita y revolver el café; de ese modo el autor se insertaba, se enredaba, formaba parte natural de sus narraciones. Porque, ¨¿qué escritor no se apoya en experiencias personales para construir una ficción?,¨ se preguntó una vez Guillermo Saccomanno.

Juan Floriani nació en Río Cuarto el 29 de octubre de 1924, y fue en esencia escritor. Cuando tenía apenas dieciséis años, una revista porteña le publicó su cuento ¨Tierra¨. Desde entonces nunca dejó de escribir, y aunque murió un 12 de agosto, recién cumplidos los ochenta y dos, no dejó una cuantiosa producción. Acaso porque muy pocos, o casi nadie del interior de Argentina, pueden dedicarse por completo a la literatura. Juan dividió su tiempo entre el oficio de cuentista y el de viajante. Recorría una amplia zona del País vendiendo libros, quizás por esa relación cercana con ellos, por esa voracidad irrefrenable de letras que lo empujó a leer con avidez desde los 8 años, o porque sabía que para escribir hay que ser un gran lector, aunque sabía también que se debe andar, vislumbrar otros terrenos, otras realidades.

Alfredo Arfini, comentarista del Diario ¨La Capital¨, de Rosario, dijo de su obra: “Estos cuentos están imbuidos de una especial atmósfera que nos atrevemos a definir como mágica sugerencia estética...¨ Floriani creaba esas atmósferas habitando cada voz, cada silencio, cada rincón. Cuando los vientos de mayo arrasaban con las hojas de los árboles y las hacían caer bronceadas, crocantes sobre las veredas de la ciudad, Juan las aplastaba, en cada paso las fracturaba, las desmenuzaba, sólo por descubrir un sonido particular, un crujido mágico para definir el espacio de algún cuento otoñal.

Así articuló su vida, viajante, lector, escritor, padre de Rosalía y Jorge Floriani, enamorado infinito de su segunda mujer, la poeta Susana Michelotti. Dice Omar Isaguirre, a quien agradezco la información bibliográfica, que ¨Susana murió en el tiempo de los vientos, octubre del 97¨, y desde ese vendaval, el cuentista afrontó una desolación anunciada en los últimos versos del poema ¨A Juan¨ escrito por Susana: ¨Bebí ese rojo vino del amor que derramas./ Y cuando yo no sea sino sólo distancia/ estarás en mi sombra, cantando la alegría¨.

Quizás, en la Plaza Roca, muchas personas se hayan cruzado con un hombrecito de gruesos anteojos, de andar lento, con los brazos hacia atrás, ambas manos tomadas en la espalda. Quizás muchas personas recuerden esa imagen aunque muy pocos hayan sabido de su nombre, de su actividad en la Sociedad Argentina de Escritores, de sus más de ochenta cuentos, poesías, obras para cine y teatro, novela, colaboraciones en diarios y revistas, de sus conferencias; y es que Juan Floriani fue un escritor del interior, un hombre de Río Cuarto.

De su novela ¨Urdimbre¨, publicada en el año 2003, después de muchas idas y venidas, por la Imprenta de la Municipalidad de Río Cuarto, me quedo con el último párrafo: ¨Cruzo las manos sobre el pecho y extiendo cuanto puedo mi cuerpo, con los pies juntos. ¿Así yaceré un día? Ojalá no tarde. En ocasiones he pensado en apresurar voluntariamente mi fin. No descarto hacerlo. Es posible que entonces me reúna en algún lugar con Leonor, aunque mi incredulidad rechaza ese posible albur. De lo que sí no tengo dudas es de que arribaré al silencio definitivo, al total olvido.¨El misterio de la muerte me permite fantasear con un Juan que, en alguna región remota y sentado junto a Leonor, indaga sobre rima o ritmo, sobre brevedad e intensidad en el cuento, sobre esa magia abrazada a lo cotidiano. Fervores mortales-fervores inmortales que seguirán impregnando de resplandor a las palabras.

Ana Plenasio -Nota publicada en ¨Temas económicos¨ FCE de la UNRC, setiembre 2007

lo que faltaba ....